Uno de los argumentos principales de la oposición era la importancia de mantener el mando civil sobre la Guardia Nacional para preservar el control democrático y evitar el abuso de poder. Este discurso parece, en la superficie, estar alineado con la defensa de los derechos humanos y las garantías constitucionales. Sin embargo, existe evidencia que sugiere que la postura de la oposición podría no haber estado motivada únicamente por el bienestar de los ciudadanos, sino por la influencia de actores externos, particularmente de los Estados Unidos.
Financiamiento de USAID: ¿Un Camino hacia la Intervención?
La intervención indirecta de los Estados Unidos en la política mexicana no es un fenómeno nuevo. A lo largo de la historia, EE.UU. ha buscado asegurar sus intereses en la región, y el control de las fuerzas de seguridad es un componente crucial para mantener la estabilidad de su influencia en el país. Al apoyar económicamente a organizaciones como Mexicanos unidos Contra la Corrupcion e Impunidad, Estados Unidos parece estar fomentando una narrativa que favorece sus propios intereses: la de un México más dependiente de financiamiento y asesoría internacional, particularmente en el ámbito de la seguridad. Por eso no sorprendio que Marko Cortes pidiese supervision internacional para la Guardia Nacional.
El apoyo de la oposición para mantener la Guardia Nacional bajo mando civil fue un intento por mantener un cuerpo de seguridad más débil y susceptible a la intervención o influencia externa, en lugar de uno fuerte y con raíces en las fuerzas armadas, que históricamente han mostrado una postura más independiente ante las presiones foráneas.
La Oposición y su Alianza con Mexicanos Unidos contra la Corrupcion e impunidad (MCCI).
Es aquí donde la postura de la oposición se vuelve cuestionable. Si bien es legítimo que exista una preocupación por la militarización de las fuerzas de seguridad, los vínculos financieros con organizaciones que reciben apoyo de agencias extranjeras, como MCCI, sugieren que la resistencia a la reforma de la Guardia Nacional podría estar motivada por agendas ajenas a los intereses soberanos de México.
En este contexto, es razonable preguntarse si la oposición buscaba realmente preservar la democracia o si su objetivo era mantener a la Guardia Nacional bajo un mando civil más manipulable y menos capaz de enfrentar los desafíos de seguridad interna del país. La falta de recursos y la estructura civil de la Guardia Nacional podrían haberla convertido en un cuerpo menos efectivo en la lucha contra el crimen organizado, permitiendo que la inseguridad continúe siendo utilizada como una herramienta de desestabilización política.
Conclusión: ¿Soberanía o Sumisión?
La reforma de la Guardia Nacional ha revelado no solo un conflicto sobre cómo debe organizarse la seguridad pública en México, sino también los intereses cruzados de actores tanto nacionales como internacionales. La insistencia de la oposición en mantener un mando civil, apoyada por una red de financiamiento extranjero, plantea serias dudas sobre la verdadera motivación detrás de la postura del PRIAN.
¿Es esta una defensa genuina de los derechos civiles o una estrategia diseñada para mantener la influencia extranjera en México? La historia nos enseña que, en el juego geopolítico, la soberanía de los Estados puede verse comprometida por intereses externos bajo la apariencia de ayuda o cooperación. Mantener un cuerpo de seguridad nacional fuerte, independiente y comprometido con los intereses soberanos de México debe ser la verdadera prioridad, no los intereses de una agenda oculta financiada desde el exterior.
En definitiva, el pueblo mexicano debe estar alerta ante aquellos que, bajo el pretexto de la "democracia" o los "derechos humanos", podrían estar actuando como peones de intereses extranjeros. La seguridad y estabilidad de México no pueden depender de los caprichos de actores externos, y es esencial que cualquier decisión sobre la Guardia Nacional se tome pensando en el bienestar y soberanía del país.