En Apocalipsis 3:15-16, se menciona lo siguiente: "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de Mi boca". Esta advertencia sobre la tibieza espiritual refleja una postura de mediocridad y complacencia superficial que, en última instancia, es rechazada, un estado en el que las personas no son capaces de reconocer su propia falta de compromiso.
Un ejemplo de este fenómeno se puede ver en la figura del Joker, tanto en el póker como en la cultura cinematográfica. En el póker, el Joker es una carta sin rango ni palo, cuyo valor radica en su capacidad para sustituir a cualquier otra carta. En la película protagonizada por Joaquin Phoenix, el Joker representa la transformación de un "don nadie" de un "0" a la izquierda a ser un "10" a la izquierda, en un villano, una figura que, ante los ojos del sistema y la policía, es un criminal, pero que a los ojos de los oprimidos, es un héroe.
El Joker pues, en su evolución, se convierte en un líder de los marginados, mientras que la clase alta y los políticos de Ciudad Gotica lo ven como una amenaza.
Esta analogia sirve pues, para darnos cuenta de que el discurso de la derecha ha fallado en conectar con la población. Al descalificar las propuestas de la izquierda sin ofrecer soluciones claras o alternativas viables, han caído en una postura tibia, que no logra ni inspirar ni liderar.
El electorado, cansado de este discurso carente de profundidad, ve en la izquierda una alternativa audaz, aunque polémica. En lugar de enfrentar a un "villano" con visión clara, la oposición se ha convertido en un grupo de voces que ni son frías ni calientes, sino tibias y por ende, irrelevantes.
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